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Nuestros amigos caninos, capaces de detectar la diabetes

Si ahora nadie se extraña de ver perros lazarillos guiando y acompañando a sus dueños con problemas de visión, no nos deben sorprender las noticias que nos detallan cómo hay perros capaces de observar los cambios en el organismo de sus dueños. Adiestrados para detectar la diabetes, son capaces de marcar tanto hipoglucemias como hiperglucemias, es decir, bajadas o subidas de azúcar respectivamente.

La diabetes es un trastorno metabólico ocasionado por un exceso de azúcar en sangre. Puede llegar a afectar con el tiempo a otros órganos del cuerpo, como son los riñones, la vista o los vasos sanguíneos. También  puede alcanzar a provocar enfermedades cardíacas o incluso la muerte. Por eso, determinar a tiempo esta afección podría salvarle la vida.

En España hay más de 30 perros ya entrenados para este fin, y los buenos resultados están haciendo que cada vez sean más. El entrenamiento a los que se somete a estos perros dura aproximadamente un año. Se les adiestra no solo para detectar subidas de azúcar sino también bajadas. Estas últimas son las primeras en enseñarse por dos razones: son más difíciles de detectar y son más peligrosas para el dueño.

Los perros seleccionados son examinados genéticamente para saber si tienen las aptitudes necesarias. Aunque se ha llegado a la conclusión de que los mejores canes para este asunto son los Jack Terrier.

Entre estos perros especiales, capaces de cuidar de las personas que sufren de diabetes, se distinguen dos tipos:

  • Perros de alerta: son los que avisan cuando se produce alguna irregularidad en el nivel de azúcar.
  • Perros de respuestas: pueden no ser capaces de detectar la variación, pero están preparados para ayudar al enfermo, acercarle la medicación o avisar a alguien de la situación.

La protagonista de este artículo es Cini, un jack russell terrier que se ha convertido en el seguro de vida de su dueña Lidia, una joven zaragozana de 19 años que sufre diabetes tipo 1 desde pequeña. Con unos 20 minutos de antelación y gracias a su olfato, esta perra es capaz de detectar si Lidia va a sufrir un bajón o una subida de azúcar. En estos años que llevan juntas, Cini la ha salvado en más de una ocasión.

«Asumí que iba a ser mi compañera de viaje definitiva, que siempre iba a estar ahí y que lo mejor era aprender a vivir con ella», asegura Lidia.

En su caso, para evitar los pinchazos constantes, lleva una bomba de insulina que le proporciona la glucosa necesaria a lo largo del día. Ella es quien fija las dosis, dependiendo de diversos factores como la alimentación. Lidia fue la primera persona a la que se colocó una bomba de estas características en Aragón. Solo tenía nueve años.

Cini es su perro de alerta médica. Su función es «chivarse»: «Ella avisa en ese momento exacto en el que la glucemia es necesaria, y yo me miro el azúcar para tomar las medidas. Por eso es fiable, porque no me dice qué tengo que hacer, sino cuándo lo tengo que hacer», explica Lidia.

«Es mi seguro de vida», dice orgullosa Lidia. «Con ella he ganado en autonomía y tranquilidad». «Antes me daba miedo quedarme sola en casa por lo que pudiera pasar, no dormía tranquila por si me daba un bajón o una subida y no me despertaba a tiempo…». «Ahora eso ha cambiado. Tengo a Cini y sé que ella cuida de mí».